Las peores prácticas de la vieja política suelen aparecer con nuevos disfraces cuando algunas voces exponen a la luz situaciones de la realidad que vive en forma cotidiana la gente, dejando en ridículo el relato que pretende ocultar el sol detrás de un dedo admonitorio.
Carpetazos en los cuales se busca en el pasado de aquellos que “molestan” con sus apreciaciones, hurgando en la vida privada para tratar de encontrar algo que los descalifique y de esa manera, neutralizarlos; Alusiones a su formación cultural o laboral, todo sirve según la óptica de aquellos que entienden la vida, las relaciones interpersonales y la política, como un camino que se recorre reptando.
La historia siempre pone en su lugar a quienes recurren a estas prácticas.
Pero si algo nos enseña la historia, es que nadie aprende las lecciones de la historia…